7. Lectura: Vida de Apiaguaiki Tüpa

Apiaguaiki Tumpa, el bastión del orgullo guaraní-Chiriguano


De niño, Apiaguaiki vio de cerca la violencia y la muerte de su madre en la masacre de Murukuyati, a manos de los hacendados que arrasaban las tierras del oriente boliviano. Con la firmeza de un guerrero, emprendió la unificación de las comunidades libres con la consigna de rescatar a los líderes oprimidos y expulsar a los invasores de sus tierras, porque esa pérdida había provocado que la extrema pobreza los obligara a ir como peones de las haciendas.

Apiaguaiki fue un buscador incansable de libertad y dignidad para su pueblo en procura del kandire o tierra sin mal, ante los abusos y la impunidad de hacendados y autoridades coloniales. Congregaba a su gente y le pedía confianza, asegurándoles que los protegería derritiendo las balas antes de que lleguen a sus cuerpos o si morían alcanzados por ellas, los resucitaría pronto. La admiración de su pueblo, Ivo, se hizo tan fuerte que lo llamaron Tumpa, es decir: Espíritu grande enviado por Dios para liberar a su pueblo.


Muchos pueblos indígenas acudían a las autoridades eclesiales para que los convirtieran en misiones, con el fin de no ser servidumbre para los hacendados, pero cuando el pedido del pueblo de Ivo no fue escuchado, resolvieron tomar las armas para liberarse de la dominación y el maltrato. Así surgió Ivo como centro del movimiento de liberación del pueblo guaraní chiriguano.

Los enfrentamientos recrudecieron en 1892 y después de la batalla de Kuruyuki que en una primera instancia iban ganando, finalmente terminó en derrota por la llegada de refuerzos del ejército asentado en Santa Cruz. Sin embargo, este guerrero infundió en sus seguidores siempre la lealtad a sus ideales de libertad hasta el final.

La escultura de Juan Bustillos es un reconocimiento al héroe y a la nación guaraní chiriguana, con todos sus valores morales y culturales. Mide más de dos metros de altura y representa al guerrero con arco y flecha en mano, trabajada en bronce y cera perdida,  en el año 2016.

Esta escultura se trasladó a la Casa de la Libertad, en Sucre, en conmemoración al aniversario del primer Grito Libertario en esa ciudad, el 25 de mayo de 1809.