3. Características, formas e instrumentos musicales en nuestras culturas

3.17. Violín

Instrumento de arco, surgido durante la primera mitad del siglo XVI, provisto de cuatro cuerdas, cuyo nombre refiere específicamente el miembro soprano de la familia de los violines.

En las primeras décadas del siglo XVI hubo un instrumento similar, pero con sólo tres cuerdas, no se sabe quién tuvo la idea de reunir en un instrumento las características más sobresalientes de la Fídula, la lira de braccio y el rebec: de los dos primeros la forma y la construcción de la caja, excelente desde el punto de vista acústico, y del rebec la afinación por quintas, que permite contar con mayores posibilidades con un mismo número reducido por cierto de cuerdas, además de resultar muy conveniente en cuanto a la técnica de ejecución. Tampoco sabemos cual fue la cuna del instrumento, emplazada sin duda en Europa.

A mediados del Siglo XVI Italia vivió una gran renovación musical, tanto en el campo vocal como en el instrumental. El advenimiento del arte monódico favoreció la implantación de un instrumento como el violín, dotado de una extraordinaria cualidad melódica que lo hacia ideal para las exigencias expresivas de la nueva sonata y lo convertía en un inmejorable medio para los solistas, que buscaban una expresión personal, individual, barroquizante. Al igual que otros instrumentos, los violines intervinieron inicialmente para doblar las voces pero muy pronto surgieron virtuosos, casi siempre compositores que dieron al violín desde sus inicios una importantísima literatura. Aunque todavía se discute donde nació el violín siendo bastantes las opiniones que otorgan a Francia este honor, lo cierto es que fue en el norte de Italia donde adquirió su fisonomía y el mayor grado de perfección, convirtiéndose en el centro más importante de construcción de violines. Los más antiguos instrumentos que se conservan provienen de Brescia (Lombardia) y llevan la firma de Gasparo da Saló (1540-1609); aquella ciudad y Cremona produjeron los fabricantes que llevaron al instrumento a su máxima perfección, durante los años finales del siglo XVII y los primeros del XVIII. Fue entonces que se llegó a las proporciones y dimensiones hoy consideradas clásicas, debidas principalmente a las experiencias de los célebres Luthiers, Amati, Cuarnieri y Stradivarius, este último el más importante entre ellos.