COMUNICACIÓN
3. Visión de la película “Doce hombres en pugna” de Sidney Lumet y basada en el guion para TV de título homónimo escrito por Reginald Rose.
Un joven de 18 años, está siendo acusado del asesinato de su padre y los
hechos fundamentales lo condenan: Hay una testigo que vio cuando lo
apuñalaba; alguien lo oyó gritar “te mataré” y luego lo vieron salir
corriendo de su casa; el arma homicida es idéntica a la que él poseía… y
el chico no puede probar que estuvo en un cine como ha declarado.
Ahora, un jurado de 12 miembros debe determinar, con base en lo
establecido en el juicio, si el joven merece la silla eléctrica o si hay
por lo menos una duda razonable que permita declararlo inocente. El
veredicto debe ser unánime, y entonces, los miembros del jurado son
llevados a una sala para deliberar. El consenso parece fácil y sin
dilaciones de ningún tipo… pero, en el jurado hay un hombre que
considera que, antes de emitir un juicio, es necesario discutirlo
primero y repasar los hechos. “No tenemos que ganar ni que perder con
nuestro veredicto – dirá en algún momento - esa es la razón por la que
no deberíamos convertirlo en algo personal”.
Contra toda frialdad, contra todo egocentrismo e indiferencia, brota
entonces la fuerza de la razón, y un concienzudo análisis que descubre
parte del creador y destructor acervo del inconsciente humano, hace que
broten sentimientos ocultos, el más craso individualismo, afanes
reprimidos de venganza... y un deseo ferviente de justicia que poco a
poco va llevando luz hasta los corazones más apagados.
La obra de Reginald Rose es de un virtuosismo en su capacidad de extraer
la nobleza que hay en cada ser humano, que para quien logre
compenetrarse con su ferviente estudio, creo que saldrá renovado por
completo en su interpretación de la vida. Rose entierra la apatía,
cercena el actuar por lo que yo quiero y no por lo que yo debo, y nos
deja tan claro el compromiso que tenemos con cada ser humano que, no
exagero si digo que lo suyo parece una epifanía.
Sidney Lumet, ese brillante director de varios hitos cinematográficos,
alcanza la cima desde este debut, en el que logra una correctísima
puesta en escena y unas poderosas actuaciones que mantienen el clima
narrativo siempre en ascenso, no obstante que la historia transcurre,
prácticamente, en una sala de deliberaciones.
El filme es de una enorme fuerza psicológica. Cada escena, cada detalle,
cada nueva votación, va haciendo progresiva la afloración de aquellas
ocultas razones que explican a los avisados porqué hacemos lo que
hacemos y porqué decimos lo que decimos. Y así, se vuelve muy débil el
juzgar y más débil aún el condenar.
“12 HOMBRES SIN PIEDAD” resulta imprescindible, una y muchas veces, para
todos aquellos que aspiran a ejercer el derecho, también para aquellos
que lo ejercen y asumen que la justicia es la condena, y aún para toda
la humanidad porque, lastimosamente, con frecuencia nos arrogamos el
papel de jueces de muchos seres humanos.
12 Hombres en Pugna