7. El folklore en Bolivia.

El término folklore proviene de las palabras Folk, que significa “pueblo” y Lore, que significa “Saber”, es decir: es la expresión de la cultura es saber del pueblo. Dicho término fue adoptado por todo el mundo, pero con diversos contenidos. 
Para darle cierta uniformidad convencional en la reunión mundial de la UNESCO. 
“El folklore es una creación originaria de un grupo de personas y está fundada en la cultura tradicional del país, cada una de ellas constituyen una manifestación de su identificada cultura social”. Es así que Bolivia toma esta iniciativa de lo que es el folklore y lo implementa dentro de sus costumbres, Bolivia es un país rico en tradiciones, ritos, vestimentas, bailes, y lo toman de forma muy responsable ya que forman parte de cada uno de los bolivianos los principios que vienen siendo conservados desde los abuelos y se podría decir que es desde la colonia hasta nuestros días. 
Las tradiciones de los pueblos anteriores a la colonia se mezclaron con las tradiciones de los colonizadores españoles para lograr el mestizaje de la vestimenta y tradiciones que desde entonces son conservadas por una parte de la población y revividas en las festividades folklóricas del país, entre las que destacan:

  • El famoso Carnaval de Oruro.
  • La Entrada del Gran Poder en la ciudad de La Paz.
  • La Entrada de la Virgen de Urkupiña de la ciudad de Cochabamba.
  • La festividad de Los Chutillos en Potosí.

En estas festividades se muestran conjuntos de danzas como la Diablada, Morenada, Los Incas, Los Pujllay, Los Caporales, Los Negritos, La Llamerada, Los Ahuatiris, La Tarqueada, Los Tinkus, Los Suri y muchas otras danzas más. 
En cada danza se representan personajes de la época colonial y seres místicos como el diablo de los socavones (Supay) y los ángeles. 
Estas festividades presentan centenares de danzantes en un derroche de colores y alegría, en una extraña mezcla entre paganismo y catolicismo. 
Otro aspecto del folklore boliviano es la característica de sus instrumentos nativos. Al son de sus melodías los danzarines cantan y bailan haciendo las delicias de propios y extraños


La larga y valiosa tradición que la música tuvo durante el período virreinal, continuó durante los primeros años treinta de la vida republicana.  Debemos tomar en cuenta que la música popular que venía del siglo XVIII, continuó con sus tradiciones e la etapa virreinal y de la prehispánica.  El empleo de los trajes típicos y los instrumentos, como las quenas, las zampoñas, los pinquillos y los tamborines y bombos era usual como hasta hoy día.  Esto sucedía en los valles y altiplano, tuvo contrapartida en los llanos donde tanto en Santa Cruz como Beni, se sigue empleando las danzas, bailes y música de la etapa antigua y luego la de los jesuitas, especialmente con Mojos y Chiquitos.

La música popular ha tenido siempre en Bolivia una fuerza y calidad extraordinarias.  El riquísimo acervo cultural andino tiene expresiones notables de danza y celebración pagano-religiosa como el carnaval de Oruro, la fiesta del Gran Poder de La Paz y Urkupiña de Cochabamba.  El folklore urbanizado tiene experiencias como Los Jairas, Los Caminantes, Savia Andina, Los Kjarkas, Wara, José Zapata, Luis Rico, Emma Junaro, Jenny Cárdenas, Zulma Yugar y Enriqueta Ulloa.  En Tarija y el Oriente los Cantores del Valle, Las composiciones de Nico Suruco y Gilberto Rojas y el registro inigualable de la voz de Gladys Moreno marcaron historia del folklore oriental que impulso también su propio carnaval y su festival popular Sombrero de Saó.  También como compositora popular de talento la poeta Matilde Casazola con su clásico El regreso.