Músicas de la diversidad cultural boliviana.
10. Membranófonos
10.1. Los tambores tubulares
Los tambores tubulares profundos, son posteriores a la conquista producto d una directa influencia de los atabales coloniales. Sin embargo, en el Museo Nacional de Antropología de Lima existen dos ejemplares de vasos prehispánicos procedente: de Nasca y de lea, cuyas decoraciones representan respectivamente un pequeño tambor en forma de barril u otro tubular cilíndrico cuyo cuerpo supera en mucho dos diámetros de la membrana.
Existen también con resonador, que consiste en adosar a uno de los parches de la parte posterior o sea opuesto a la destinada a recibir los golpes, una cuerda tensa provista de varios espinos generalmente del cacto llamado Cardo o polillas transversales que la colocan diagonalmente sobre la piel o parche estirada del tambor, de modo que cuando se toque, la vibración del aire contra la membrana de lugar al sacudimiento y consecuente refuerzo del sonido.
El típico tambor indígena es bajo (de altura menor que su diámetro; se lo denomina Wankaras, Tinya Wankartinya). Estos instrumentos membranófonos juegan un importante papel en las culturas quechuas, aymarás, y tupi guaranies. Cultura que llegaron a agrupar civilizaciones de gran importancia en la historia de la humanidad.
Dispersión
En la actualidad estos instrumentos tienen una enorme difusión en todo el territorio nacional. Son participes del acompañamiento musical, formando un determinado papel dentro de los grupos constituidos por ejecutantes nativos, propagándose su uso en todo el área altiplánica de Bolivia. La presencia (de estos membranófonos bolivianos) ha llegado a países sudamericanos y transcontinentales debido a la promoción internacional de nuestros artistas.
Construcción
El material más empleado en la construcción de los membranófonos estudiados es la madera, existiendo en determinadas zonas comunidades (ayllus) especializados en su factura. En el ámbito altiplánico es famosa la comunidad de Italaque en construcción de tambores tubulares. Las maderas más empleadas en toda la zona Andina son: Laurel, Cedro, Ajipa, Tarko, Chilka, el Yacu Palo, el Saúco, etc... Todos estos árboles existen en nuestros valles, bosques orientales de Bolivia. Los tambores andinos tienen sin excepción dos membranas.
En cuanto al tambor de dos membranas, tipo al que pertenecen nuestras cajas, tomaremos la descripción de un ejemplar determinado y elegiremos para el caso un tambor tubular cilíndrico de golpe directo producido en una membrana de cuero de chivo de 40 cms. de diámetro por 50 de alto. Su construcción empieza con la formación de su caja de resonancia y sus dos aros de madera laminada con 12 orificios pequeños en los contornos de cada pieza.
Una vez estirados los cueros al marco a manera de fondo y tapa, y luego sujeto por el borde a una argolla fondo de madera que el mismo cuero envuelve, se asegura con unas puntadas de hilo común en la circunferencia de la misma. Una vez los cueros tensos en la argolla se coloca los aros a manera de bastidor y el alado de los aros entre sí, finalmente mediante la acción de la correa que atraviesa los orificios de ambos aros conformando zetas se va colocando 6 tesadores de cuero, toman cada una dos correas y al correrse y ceñirlos tiran del anillo y dan graduable tensión a las membranas de cuero hasta completar vuelta al marco en los ajustes definitivas.
Ejecución
La forma de percutir estos membranófonos son:
1. La percusión directa con la mano.
2. Con un solo palillo.
3. Con dos palillos (forma de indudable procedencia hispánica).
Queda indicado que los tambores se percutían con un palillo o wajtana (aymara y quechua).
Por lo general son los mismos ejecutantes de los aerófonos aborígenes descritos, sostienen a éstos en el brazo izquierdo mediante sus pasadores especiales y con esta misma mano llevan a la boca su flauta. En cambio la derecha, es la que realiza de percusión con la baqueta o palillo. Sólo los tambores muy grandes son sostenidos con correaje especial de cruza el pecho.
Hay que tomar muy en cuenta el tambor tabular cilíndrico de golpe directo interviene con gran frecuencia en las orquestas folklóricas, la técnica de su ejecución varia de los demás por la manera de tomarlos. El ejecutante, sentado, apoya el cilindro del tambor sobre las piernas, la mano derecha suelta la izquierda sobre la caja, ambos sobre el parche derecho, mueven los palillos o mazos. En marcha utilizan un portabombo metálico u otro. Su intervención del bombo en la orquesta es indescriptible. A gran distancia se oye el repiqueteo y cálido de estos instrumentos.