Dibujo y Pintura como Fuente de Expresión y Comunicación Comunitaria
1. Proporciones de la figura humana
El canon
Los griegos, con su cultura eminentemente antropocéntrica, mostraron un especial interés por la belleza y la proporción del cuerpo humano. Preocupados por determinar una serie de reglas matemáticas que regularan las medidas de las diferentes partes de la figura, establecieron la altura de la cabeza como unidad de medida que sirviera de referencia a sus mediciones. Policleto estableció el canon de siete cabezas como modelo de un cuerpo perfectamente proporcionado. Más tarde Lisipo creó otro canon más esbelto que el anterior aumentándolo a siete cabezas y media.
En el Renacimiento, el redescubrimiento de las proporciones matemáticas del cuerpo humano quedó plasmado en el famoso Hombre de Vitrubio de Leonardo Da Vinci, que representa un estudio de dichas proporciones, realizado a partir de los textos del arquitecto Vitrubio que en su libro De Architectura dictó cuales debían ser las proporciones de cada parte del cuerpo exactas en referencia a las dimensiones generales del mismo. Consideró el ombligo como centro del cuerpo y observó que el hombre con los brazos extendidos alcanza un ancho que es igual a su altura, y por ello puede ser inscrito en un cuadrado y en un círculo. La cabeza entra ocho veces en la altura del cuerpo, y diez si se considera sólo el rostro (del mentón al comienzo del cabello), dentro del cual la nariz representa un tercio. El pie es la sexta parte de la altura del cuerpo, y el codo la cuarta.
Alberto Durero, en el siglo XVI, influido por el arte clásico, retomó el estudio de las proporciones que el cuerpo humano debía tener para ser considerado bello. Tras años de análisis y ensayos sobre el tema llegó a la conclusión de que no existe un único ideal de belleza y descubrió que la perfección se puede alcanzar a través de diferentes posibilidades.
La figura humana, al igual que todos los demás objetos, está sometida a las leyes de la perspectiva y como tal deberemos tratarla según unas normas establecidas, con el fin de guardar las proporciones, en relación a su posición relativa.
No debemos olvidar que la figura humana compuesta por el cuerpo, los brazos, piernas, cabeza, … no es más que un conjunto de cilindros a los que necesariamente afectará la perspectiva más o menos, siempre dependiendo de la distancia a la que esté de la denominada "Línea del horizonte".
Para el estudio y representación de la figura humana, podemos dividir el cuerpo en ocho partes iguales siendo la cabeza la unidad. Dicho de otra forma el canon de cuerpo humano ideal es de ocho cabezas de alto.
El canon nos sirve para el estudio de las proporciones y así situaremos el pubis en el centro de la figura, el pecho coincidiendo con la segunda línea, algo más bajo en la mujer al igual que sucede con el ombligo, las manos se sitúan a la misma altura, al igual que las rodillas, en fin que estos bocetos nos sirven de guía, aunque a la hora de dibujar una persona tenemos que fijarnos en sus particularidades.
Los niños guardan otras proporciones. Como el niño es una persona en constante y rápida evolución es difícil concretar un canon, aunque podemos establecer uno aproximado: cinco cabezas para niños de dos años, de seis cabezas entre seis y doce y siete entre los doce y los quince, aproximadamente.