LITERATURA

1. La novela como género literario

La novela como género literario. Características

La palabra 
novela deriva del italiano novella: 'noticia' y también 'relato corto' (novella procede del latín novellus, forma derivada de novus: 'nuevo'. En español el uso del vocablo en su sentido actual no se generalizó hasta el siglo XIX).
La novela (subgénero del "género narrativo") es una narración extensa en prosa, que cuenta una historia más o menos ficticia sobre unos personajes en un marco espacio-temporal concreto.

Frente al cuento y al relato corto (
Los girasoles ciegos está formado por cuatro relatos interrelacionados), la novela se caracteriza por su mayor extensión, lo que permite al autor profundizar en la caracterización de los personajes y de los ambientes, e incluir numerosos diálogos (como ocurre, por ejemplo, en El árbol de la ciencia, de Pío Baroja).

La prosa es la forma preferida de la novela. Esta prosa se carga en algunas ocasiones de elementos poéticos, como es el caso de las 
Sonatas, de Valle-Inclán o de La lluvia amarilla, de Julio Llamazares. Y, a veces, pueden aparecer textos de diversa naturaleza que enriquecen o dan mayor verosimilitud a la historia: relatos secundarios, cartas, actas, informes, documentos judiciales, etc. (v.g. La verdad sobre el caso Savolta, de Eduardo Mendoza). Porque lo que importa en una novela no es la verdad, sino la verosimilitud, es decir, que lo que se cuenta tenga "apariencia de verdad" (la Crónica de una muerte anunciada, de García Márquez, está narrada como si fuera la crónica de un periodista, pero es una "crónica fabulada", es decir, una maravillosa novela).

Decía Baroja que la novela es un saco donde cabe todo. Y la novela actual parece darle la razón, pues presenta personajes de todo tipo, técnicas narrativas en constante experimentación y una gran variedad de temas. De acuerdo precisamente con el tema principal, las novelas se clasifican en picarescas, sentimentales, de caballerías, de aventuras, históricas, policíacas, de ciencia ficción, de terror... Actualmente, es el subgénero literario más importante: por el número de lectores, de editoriales y de premios.

Los elementos propios de la narración son los siguientes:

1.- La acción

Llamamos acción a los acontecimientos que se narran en la novela y que, organizados por el autor, forman la trama de la obra. Pueden suceder varias acciones a la vez, las primarias y las secundarias, que se entretejen entre sí para formar el cuerpo de la novela.

La estructura externa de la obra dependerá de cómo queden organizados los acontecimientos:

-Estructura lineal: sigue el orden cronológico de los hechos, que se organizan en tres partes: presentación, nudo y desenlace. Esta es la estructura habitual de la novela decimonónica.

-Estructura no lineal: sigue un orden diferente al anterior, como por ejemplo el llamado "in medias res" (en medio de los hechos), donde la narración comienza en cualquier momento del nudo, luego pasa al principio de la historia, vuelve al sitio donde empezó y acaba con el desenlace; o bien sigue un orden inverso, comenzando la narración por el desenlace de la historia.

Los autores también disponen de varias estrategias para la finalización de la trama:

- Final cerrado: con él el narrador nos dice que no hay nada más que contar. La acción se da por concluida y resuelta.

- Final abierto: la historia acaba en un punto medio, sin que el conflicto quede resuelto. Así se deja al lector la posibilidad de decidir lo que pueda pasar y también la puerta abierta para una segunda parte.

 2.- El narrador

El narrador es la voz que cuenta la historia. Básicamente hay dos tipos de narrador:

-Narrador interno: Cuenta la historia desde dentro, en primera persona, bien porque es el protagonista (Andrés Hurtado en El árbol de la ciencia), bien porque es personaje secundario y testigo de los hechos narrados (Ángela Carballino en San Manuel Bueno, mártir). En ambos casos transmite una percepción parcial y subjetiva, pero también cercana de los acontecimientos.

Una variante del narrador en primera persona es el narrador en segunda persona. Este narrador se dirige a un tú que es su propia conciencia y hace que el lector se sienta aludido, como buscando su complicidad. No es un procedimiento narrativo habitual (v.g. Aura, del mexicano Carlos Fuentes).

-Narrador externo: Cuenta la historia desde fuera, en tercera persona. Si el narrador conoce todos los aspectos de los personajes, incluso sus pensamientos más íntimos, y además introduce sus propios juicios de valor, recibe el nombre de narrador omnisciente (como el narrador del relato tercero de Los girasoles ciegos). Pero si narra exclusivamente lo que ve, sin emitir juicios de valor ni adentrarse en el mundo interior de los personajes, se llama narrador objetivo (como el de El Jarama, de Sánchez Ferlosio).

Y hablamos de narrador múltiple cuando dos o más narradores (internos o externos) se refieren a los mismos hechos, contándolos desde puntos de vista distintos e interpretándolos de modo diferente. Este perspectivismo narrativo sirve para enriquecer la historia, ya que aporta distintas visiones de los acontecimientos. Es una técnica característica de algunas novelas de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI (p.e. Rosaura a las diez, del argentino Marco Denevi, o el cuarto relato de Los girasoles ciegos).

En ocasiones, la narración se sitúa dentro de otra narración (así ocurre en los cuentos de El conde Lucanor). Por ello, recibe el nombre de narración enmarcada.

Otras veces, el narrador finge no haber creado la historia, sino haberla encontrado escrita en algún lugar, por lo que su papel es el de un simple editor o traductor. Este recurso ya lo empleó Cervantes y es el caso del segundo relato de Los girasoles ciegos.

Aunque el narrador suele reflejar las ideas del autor de la obra, no necesariamente tiene que coincidir con él. Del mismo modo, el receptor del texto no es siempre el lector. Hay novelas que presentan un receptor interno, llamado narratario, al que el narrador se dirige. No obstante, toda novela transmite un mensaje, que va desde el autor hasta los lectores.

 3.- Los personajes

Los personajes son los seres de ficción sobre los que gira la narración.

Según el peso de la acción que soportan, distinguimos entre personajes principales o protagonistas y personajes secundarios. Los personajes secundarios acompañan a los protagonistas, dialogan con ellos y son necesarios, aunque suelen ser personajes sencillos y no están tan bien caracterizados como el protagonista. El personaje que se opone al protagonista, recibe el nombre de antagonista ('el que se enfrenta al primero').

En función de su complejidad, suele distinguirse entre personajes redondos(profundos, complejos, bien caracterizados, evolucionan a lo largo de la novela...) y personajes planos (someramente descritos, no experimentan cambios significativos a lo largo de la narración).

Cuando los personajes no encarnan a un individuo concreto, sino a un modelo determinado de comportamiento: el avaro, el solterón, la bella dama, el caballero andante..., reciben el nombre de arquetipos. Y aquellos que se convierten en modelos de comportamiento por los rasgos con que han sido creados (como don Quijote, don Juan o Celestina), se llaman personajes simbólicos.

También hay obras de protagonista colectivo, en las que participan muchos personajes sin que ninguno destaque sobre los demás; así sucede, por ejemplo, en La colmena, de Camilo J. Cela.

Al proceso de creación de los personajes se le llama caracterización. Esta puede ser directa, cuando el autor mismo nos informa sobre el modo de ser del personaje, e indirecta, si el autor deja que la personalidad del personaje se vaya haciendo a lo largo de la obra. La caracterización de los personajes puede ser física (prosopografía), psicológica (etopeya) o mixta (retrato). Y, para introducir su pensamiento y sus palabras, puede emplear varios procedimientos: estilo directo, indirecto, indirecto libre, monólogo interior, etc.

 4.- El espacio

Es el lugar donde se desarrolla la acción. El autor o los mismos personajes describen los espacios de manera objetiva o subjetiva. Los hay abiertos y cerrados, rurales y urbanos, reales y ficticios, fantásticos, misteriosos, etc. Son fundamentales para dar verosimilitud a la historia, contextualizar a los personajes y crear ambientes. La mayoría de los espacios de El árbol de la ciencia, por ejemplo, son reales, pues reflejan lugares perfectamente conocidos por Baroja (como el Instituto de San Isidro). También los hay abiertos (el paseo de Rosales) y cerrados (el rincón de Andrés), rurales (Alcolea) y urbanos (Madrid).

 5.- El tiempo

El concepto de tiempo puede entenderse como tiempo externo o histórico (es decir, la época en que transcurre la novela: medieval, contemporánea, etc.), o como tiempo interno (o sea, la duración de la acción: un día, varios meses, muchos años, etc.). El tiempo externo puede coincidir o no con la época del autor. Así, El árbol de la ciencia se publica en 1911 y la acción se desarrolla aproximadamente entre 1887 y 1898, esto es, el tiempo de la novela es el mismo que el de su autor; Los girasoles ciegos lleva fecha de 2004 y las acciones tienen lugar entre 1939 y 1942; y El manuscrito carmesí, de Antonio Gala, se sitúa en la Granada de Boabdil, por poner tres ejemplos distintos.

El desarrollo argumental de una narración suele evolucionar a través del tiempo. Este tiempo de la novela no tiene por qué presentarse de manera lineal u ordenada, sino que puede ser alterado libremente por el autor con una finalidad estilística, argumental o estructural. Esta técnica, consistente en alterar el orden lógico de la narración, se llama temporalización anacrónica y cuenta con dos recursos:

-Retrospección o analepsis (flash-back): es un salto hacia atrás en el tiempo de la historia.

-Anticipación o prolepsis (flash-forward): el autor adelanta acciones que aún no se han producido en el relato primario de la novela; es decir, es un salto hacia delante.

Finalmente, si nos fijamos en el ritmo de la narración, podremos observar que este no siempre es continuo, sino que se ve alterado por pausas descriptivas (en las que la historia no avanza; v.g. se analiza minuciosamente un hecho mínimo), por resúmenes narrativos (la acción avanza rápidamente y varios años transcurren en pocas páginas) y por elipsis u omisiones de parte de la historia (a la que el autor no quiere dar mayor trascendencia).