LITERATURA

4. Los personajes en las manifestaciones orales: sus características, lengua y comportamiento

Una de las cosas más importante que debemos hacer a la hora de escribir nuestros relatos o novelas, es aprender a caracterizar personajes. Sobre todo en la novela, esto se convierte en algo fundamental para el éxito de nuestro proyecto. El personaje es el motor de la acción, el que nos arrastra a seguir leyendo un capítulo tras otro, por eso es tan importante que el lector se identifique con él, y para ello tenemos que acercarnos mucho a él, conocerlo casi como a nosotros mismos.

Algo a tener muy en cuenta a la hora de caracterizar los personajes es el habla y el lenguaje que utiliza para expresarse. El habla de un personaje no solamente queda patente en los diálogos, no debemos olvidarnos del narrador, especialmente si se trata de un narrador que habla primera persona, ya sea un narrador protagonista o testigo.

Según Karl Bühler, en su Teoría del Lenguaje, se pueden distinguir tres funciones fonológicas del lenguaje, que seguramente hayamos oído nombrar en alguna clase de Lengua y Literatura:

  • Función representativa: se refiere a los fonemas en cuanto a elementos del sistema lingüístico. Los fonemas del lenguaje nos informan principalmente del idioma en que habla el interlocutor, pero también puede darnos más información como la localización geográfica del habla, por ejemplo, si la persona tiene un determinado acento.
  • Función apelativa: se refiere a las variantes fonemáticas que se articulan con vistas a impresionar al receptor. Por ejemplo, si habla en susurros o gritando, o también la entonación de la oración, que nos indica si la frase es informativa, interrogativa o exclamativa.
  • Función expresiva: se refiere a las variantes fonemáticas consecutivas del comportamiento del sujeto hablante. Esta función se refiere a la información que nos proporciona el lenguaje y el habla del propio sujeto en un determinado momento, por ejemplo, si está resfriado queda reflejado en su manera de hablar. O si está diciendo un frase de forma irónica, o si está imitando a alguien, por ejemplo, notaremos que cambia y fuerza un determinado timbre de voz que no es el suyo natural.

Podemos obtener mucha información de los personajes estudiando cómo hablan y cómo se expresan. Charles Bally, lingüista suizo, estudió principalmente la función expresiva del lenguaje. Según él, de este pueden obtenerse seis clases de datos:

  • El tono. Normalmente se distinguen tres tonos principales en el habla de una persona: sencillo o coloquial (cuando hablamos con un amigo o con nuestra pareja), medio (el que utilizamos normalmente en la oficina o el trabajo) y solemne (para un discurso o brindis, o en alguna conferencia de cierto nivel).
  • La época. La lengua, como no se cansa de recordarnos la RAE, no es algo inmutable, sino que se adapta a la evolución del habla de los parlantes de una lengua. No hay más que leer algún fragmento de El Quijote para darnos cuenta. El lenguaje nos proporciona información de la época en la trascurren las historias tanto por su construcción gramatical, como por el tipo de palabras empleadas para dar la información. Los medios de comunicación actual, como la televisión, a menudo introducen terminología que acaba pasando a los oyentes. Además los avances tecnológicos, internet y telefonía móvil, crean nuevas formas de expresión y nuevos lenguajes.
  • La clase social. El estatus social de una persona también queda reflejado en su forma de hablar. De hecho, muchas veces es precisamente por el habla, como la percibimos. Oímos muchas veces decir “este es un pijo”, o “es una choni”. Aunque en ambos casos también se caracterizan por la forma de vestir, es el habla lo que claramente les diferencia. Podemos intercambiarles la ropa, pero difícilmente, lograrán engañarnos cuando hablan la boca.
  • Los grupos sociales. Determinados colectivos o grupos también tienen una determinada forma de expresarse. Cualquier que haya leído alguna vez una demanda o sentencia judicial, puede entender de lo que estoy hablando. El lenguaje administrativo y el médico, son otros ejemplos. También nos informan de los grupos sociales a los que pertenecen las jergas, lenguaje propio de determinados colectivos, a menudo, unido también a una determinada clase social (¿Qué pasa, hermano?, Oye, tronco; O sea, ¿qué me estás diciendo?).
  • Regiones. Dentro de un mismo idioma, existen particularidad que depende de la localización geográfica del que habla. Es lo que todos entendemos por variedades dialectales. Esto se da en prácticamente todas las lenguas.
  • Biología. El lenguaje también depende de nuestras características físicas y psicológicas. Un hombre habla en un tono normalmente más grave que una mujer, pero no solo, esto, también suele expresarse de una determinada manera. Es decir, que en parte se debe a razones educativas, pero no es la única razón. La psicología de ambos es distinta, tienen necesidades a la hora de dialogar distintas y eso queda reflejado en su forma de expresarse. Los hombres tiende a no reflejar sus emociones, suelen ser más directos, emplean una entonación más plana, y tienden a hablar de cosas tangibles y concretas. El habla de las mujeres es en cambio más emocional, enfatizan más unas cosas que otras, y suelen tener un ritmo más acelerado. Los temas que escogen unos y otros a la hora de hablar tampoco son los mismos. Otro ejemplo, de particularidades biológicas, lo tendríamos en el habla infantil, o en el habla de los adolescentes.